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Todas aquellas opiniones o pensamientos que asumimos como verdad, y que de alguna forma nos boicotean o se interponen a la hora de conseguir nuestros retos, son creencias limitantes. Muchas de estas creencias, te pueden limitar en el momento de escoger tu orientación vocacional, tu camino profesional.
Escoger el camino profesional es precisamente una de las decisiones más difíciles que tomamos a una temprana edad, y nos podemos bloquear fácilmente si tenemos miedo a equivocarnos.
A menudo, trabajo con estudiantes – tanto de forma individual como en charlas- que están decidiendo qué quieren estudiar y a qué quieren dedicarse profesionalmente. Y me doy cuenta que hay “falsas” creencias o creencias limitantes comunes muy arraigadas, que pueden acabar retrasando la elección deseable.
Estas son las 7 creencias limitantes de los estudiantes (y de los padres y madres) con las que me encuentro más frecuentemente en los procesos de orientación vocacional:
- Creer que si estudias un año o dos una cosa y cambias, has perdido un año.
Esta es la creencia estrella. El entorno les recuerda constantemente cosas como “has perdido un año de tu vida, dinero, esfuerzo, tiempo,” etc. En estos casos, es recomendable acabar el curso entero siempre que sea posible, con vistas a posibles convalidaciones en otras formaciones, y también, para ganar resiliencia. Todo suma, y la experiencia vivida y autoconocimiento de la persona que es capaz de atreverse a cambiar sus estudios también es importante para las siguientes etapas de la vida. Además, la vida no es lineal. Y quizá en otro momento, se pueden reemprender o combinar.
- Creer que la pasión o vocación es innata.
La pasión requiere a menudo muchas horas de práctica. Un músico disfruta más de la música o un carpintero disfruta más de aquello que crea, a medida que sabe más, que domina más.
La pasión también es algo que se construye, se crea, con diversos pasos. Las personas que descubren su pasión desde una edad temprana son muy pocas. Muchas, lo encuentran en distintas etapas de la vida, en función de las acciones y decisiones tomadas previamente.
- Creer que no te gustarán todas las asignaturas y te tendrás que esforzar demasiado.
Aquellas asignaturas de secundaria, ciclo formativo, o universidad que nos gustan menos es importante considerarlas como un puente o pasaporte para tener más posibilidades para hacer aquello que quieres. Hay que pensar más allá de las materias. Pretender que te gusten todas las materias es una utopía.
- Creer que encontrarás la carrera profesional perfecta desde el primer día o que lo que estudies será para toda la vida.
Si preguntas a tu entorno cercano, descubrirás a personas que han cambiado su camino profesional una o más veces. Hay personas que van en línea recta, otras, hacen trayectos con desvíos. Lo importante es ir haciendo pasos para acercarte a aquello que te hace sentir bien o te gusta realmente.
Hay que tener en cuenta que, por un lado, en un mundo cambiante como el actual, la formación y preparación continúa es imprescindible, como adaptación a nuevos entornos, y también como crecimiento personal y profesional. Y por otro lado, tendremos más de un proyecto profesional a lo largo de la vida. Lo que vas a estudiar inicialmente va a ser una base que tendrás que complementar continuamente.
- Creer que no tienes capacidad para hacerlo o que no lo terminarás.
En algunos pocos casos, hay estudiantes con un rendimiento histórico alto a nivel de notas, y en cambio, les condiciona mucho el hecho de que sus padres les digan que la carrera elegida es demasiado difícil para ellos. Esto les hace replantear y valorar otras opciones más fáciles, aunque no les gusten tanto.
- Creer que “deberías” tener claro qué estudiar como otros amigos o amigas, o que lo puedes tener claro haciendo un test.
Cada persona es diferente. Compararnos con los demás, a menudo añade una presión innecesaria. Y decidir aquello que quieres hacer, necesita tiempo. Escoger implica tiempo para el autoconocimiento, para explorar tus habilidades e intereses, para explorar aquellas actividades que se te dan bien de forma natural, para informarte conscientemente y de forma amplia sobre opciones que te pueden interesar, para hablar con personas que ya se dedican a aquello que te atrae, para reflexionar sobre tu propósito de vida.
- Creer que aquello que te gusta no te permitirá “ganarte la vida” y, por lo tanto, decides considerarlo una afición y punto.
A menudo me encuentro con estudiantes que quieren dedicarse a la música, a la filosofía o al teatro, pero tienen miedo. Me dicen, “es que no me ganaré la vida”, o “no quiero formar parte de la lista del paro de los actores y actrices”. Pero, si hay otras personas que se ganan la vida haciéndolo, ¿por qué no tu?.
Cómo decía Henry Ford, “Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, tienes razón”.
Identificar qué miedos o creencias te frenan, y transformarlas en opciones que te puedan ayudar a conseguir aquello que quieres, es una de las fases clave de un proceso de coaching.
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Un comentario
Hola, gracias por la información, tengo un hijo que está en la etapa donde tiene que decidir que carrera elegir, esto me ayudará a tener más claro como proceder con él. Un saludo.