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Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

Los momentos son únicos e irrepetibles

el arte de conversar y momentos únicos - blog Roser Claramunt

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

Hacía varias semanas que no me ponía a escribir en mi blog. He estado inmersa en un mundo de distracciones, algunas conscientes y necesarias, motivadas por proyectos ilusionantes, otros quizás no tanto.

Vivimos en un mundo de distracciones, y enfocarnos, es cada vez más necesario y complejo, aunque no imposible.  A menudo, olvidamos que los momentos son únicos e irrepetibles. Hoy querría compartir una pequeña anécdota que viví un día cualquiera, en una terraza de un restaurante cualquiera, y que tiene que ver con el cambio de hábitos en la comunicación interpersonal, a raíz de las nuevas tecnologías y este objeto omnipresente que es ya como una «extensión de la mano», denominada móvil.

Fue hace unos días. Estaba comiendo sola. Y cuando estoy comiendo sola, me gusta observar las otras mesas y las personas que las ocupan, observo cómo gesticulan, intentando averiguar de qué hablan o qué relación tienen. Y me fijé en una pareja, en la otra punta de la terraza donde estaba.  A su lado, había un cochecito con un bebé. Parecían muy animados en la conversación, movían las manos, se miraban a los ojos, sonreían.

Continué observando las otras mesas. Y me llamó la atención, la mesa que tenía justo al lado. Había una pareja de mediana edad con una chica adolescente. El padre estaba escribiendo mensajes en el móvil, la hija mirando Instagram sin levantar la vista de la pantalla, con el índice izquierdo pasando fotos, y con la derecha, poniéndose la comida en la boca, sin mirarla. La madre, observando a su derecha y a su izquierda, poniendo cara de circunstancias, tal vez, aburrida, y de vez en cuando, con la mirada perdida.

Justo enfrente, en otra mesa, había un chico y una chica que estaban sentados muy cerca, uno al lado del otro, con una cerveza delante, cada uno en su mundo, con los ojos en su pantalla.

Decidí volver a observar las mismas mesas, las mismas personas, más detenidamente, y me di cuenta que la pareja que parecía tan concentrada hablando, estaba hablando a través de signos. Y, de repente, ¡entendí porque su comunicación era tan apasionada!

Quizás sí, quizás sea cierto, que los humanos preferimos hacer las cosas cuando tenemos obstáculos para hacerlas. Esa situación me hizo reflexionar. Y me acordé que cuando alguna vez he estado con afonía, tenía unas ganas locas de hablar y no podía.  La pareja que hablaba a través de signos, tenía mucho que comunicarse, y sobre todo, estaba presente en el momento que estaba viviendo, «en cuerpo, mente y corazón». En cambio, las otras personas, tenían el cuerpo en la silla; la mente y el corazón, quién sabe dónde.

Pero, ¿que pasaría si de repente, estas personas que no quitan la cabeza de su pantalla mientras tienen a veinte centímetros a su acompañante, se imaginaran que quizás no la volverán a ver nunca más y que aquel momento es único e irrepetible?

Vivimos en un mundo de distracciones. Y creo que tenemos dos retos clave, si queremos cuidar la comunicación personal y las relaciones:

1. Estar realmente presentes, con la otra persona, y,
2. Conseguir que el móvil nos acerque a quienes tenemos lejos, y a la vez, evitar que nos aleje de quienes tenemos cerca.

Las nuevas tecnologías nos aportan realmente muchas cosas positivas, y nos pueden facilitar muchas cosas. Pero, también tienen sus riesgos, en la calidad de la comunicación interpersonal. Y hacer pequeños gestos para un mejor uso en la vida cotidiana los puede minimizar. Además de la autoregulación emocional, deberíamos cuidar la autoregulación digital.

En los cursos de Mindfulness que realizo, a menudo, invito a las personas participantes que dejen el móvil cerrado durante unas horas a la semana, de forma intencionada. Como un ejercicio más. Y que, observen qué hacen diferente. Cómo se sienten. Qué pensamientos surgen. Y me encanta recibir algún whatsapp o correo electrónico de vez en cuando, de alguien contándome que lo ha puesto en práctica y lo ha convertido en un hábito semanal.

Y tú, ¿te animas a hacer este ejercicio?

Si lo pruebas, me encantará saber qué has hecho diferente, o qué pensamientos te han surgido. Especialmente, las primeras veces que lo hagas. ¡Gracias de antemano por compartirlo!

Artículo adaptado del original (en catalán) escrito también por @RoserClaramunt, y publicado en @anoiadiari

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Como psicóloga coach, te ayudo a desarrollar hábitos y habilidades para conquistar tu equilibrio personal y bienestar laboral, de forma duradera.

Utilizo estrategias y soluciones,
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para que puedas desarrollar tus potencialidades como persona y como profesional, y vivir de modo más consciente y con mayor bienestar y calidad de vida.

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